
En Puerto Vallarta ya no sorprende nada, pero igual una se indigna. Resulta que la bancada del Partido Verde Ecologista de México decidió abstenerse —así, con elegancia hipócrita— de votar una propuesta que endurece las multas por tala ilegal. ¿Cómo se explica esto? Pues con la lógica torcida de quien dice amar a la naturaleza… mientras firma permisos para destruirla.
La propuesta, impulsada por la regidora Melissa Madero, busca elevar las sanciones para quienes truenan árboles como si fueran basura. Lo hace tras la indignación ciudadana por el ecocidio en el hospital CMQ Fluvial, donde tres árboles centenarios fueron eliminados y la empresa responsable apenas pagó 35 mil pesos. Una ganga para el crimen ambiental.
Pero al momento de votar, los regidores Marcia Bañuelos, Víctor Bernal, Christian Bravo, Laurel Carrillo y Francisco Sánchez Peña, todos del Partido Verde, se abstuvieron. Así, como si no supieran los ideales de su partido. Como si no llevaran un tucán bordado en la conciencia.
¿Y la congruencia? Bien, gracias.
Mientras tanto, el alcalde Luis Munguía, que esta vez sí respaldó la iniciativa (hay que reconocerlo), intenta pintarse verde a brochazos. Pero su bancada, más que ecologista, parece inmune a la fotosíntesis.
La propuesta avanzó de todos modos y pasará a comisiones. Se plantea multar con hasta 1.9 millones de pesos a quienes talen árboles extraordinarios. No es para recaudar, dicen, sino para obligar a los desarrolladores a respetar el entorno. Suena bien. Pero cuando los que deberían defender la causa verde se echan para atrás, el mensaje es claro: no todos los árboles tienen quién los defienda.
Vallarta merece más que ambientalistas de membrete. Porque cuando los políticos verdes no votan por los árboles, lo único que crece… es la desconfianza.