En el Pacífico está una de las ciudades mexicanas más turísticas conocida internacionalmente, entre otras cosas, por una canción interpretada por Juan Gabriel y Rocío Durcal y que se llama “La Guirnalda”.
Con olas de fondo y arena de playa, se va tejiendo una historia de amor en la que afloran tres deseos, entre ellos, “estar en el edén del puerto de Vallarta”.
Y es que esas historias de sol que se pone, de silencios y amores escondidos, ha sido como una característica de este lugar paradisíaco y por ello se recuerdan especialmente los amoríos de Elizabeth Taylor y Richard Burton, quienes coincidieron allí durante la filmación de la película “La noche de la iguana”.
Varias estatuas recrean el tórrido romance de esta par de estrellas del cine que encontraron en Jalisco un lugar para el amor, especialmente en el Hotel Casa Kimberly, en dónde es posible verlos en tamaño real, sentados en un banco y besándose.
Puerto Vallarta es una ciudad intensa para la rumba y el disfrute, pero también es cultura por la gran cantidad de galerías y museos de arte, navales y los dedicadas al símbolo local que es el caballito de mar.
Uno de los referentes del puerto es la escultura conocida como “El niño sobre el caballito de mar”, ubicada en el malecón desde el año 1976 y que rinde un homenaje a este animal orgullo y símbolo local.
Muy cerca de esta esquina del Pacífico, en dónde el mar es un símbolo del vigor de la naturaleza, está la región de Tequila, que identifica ese licor tan auténticamente mexicano.
Ubicado en el estado de Jalisco, entre historias de viejos y ancestrales habitantes, está la región privilegiada para la siembra del ágave azul, que es la materia prima esencial para la obtención del tequila.
Jalisco es la región ranchera por excelencia y tiene como orgullo regional dos ritmos conocidos como jarabe y son, construidos de coplas que se cantan con fuerza y se baila zapateado.
Cada tarde en Puerto Vallarta es un espectáculo en el que navegan toda clase de embarcaciones, incluidas las réplicas de viejos veleros y barcos piratas que sirven para transportar a los turistas de cara al sol que se pierde inevitablemente en el horizonte.
Los ocupantes de esas naves fantasmas se sienten por un momento como esos viejos bucaneros que iban a la pelea mientras se escuchaban los ecos de viejos cañones.