Cuatro años después de la desaparición de Raffaele Russo, Antonio Russo y Vincenzo Cimmino, ciudadanos italianos entregados al crimen organizado por policías de Tecalitlán, Jalisco, la Fiscalía del Estado desplegó este fin de semana un operativo para tratar de encontrarlos.
La última localización conocida de Raffaele Russo data del 31 de enero de 2018 a seis kilómetros del centro de Tecalitán sobre la carretera que conduce a Jilotlán de los Dolores; Antonio y Vincenzo, quienes ese mismo día buscaban a Raffaele, desaparecieron dos kilómetros más adelante, por la misma carretera.
Para buscarlos este fin de semana, la Fiscalía del Estado solicitó el apoyo de la Secretaría de Seguridad Pública, de la Comisión local de Búsqueda, de la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos, de la Guardia Nacional y la Secretaría de la Defensa Nacional; se desplegaron más de 70 elementos en la zona e incluso se utilizaron perros para tratar de rastrearlos, pero no hubo resultados.
Por este caso, cuatro policías municipales de Tecalitlán fueron arrestados (tres hombres y una mujer), uno de ellos (Fernando “N”) murió en prisión durante el proceso que duró más de tres años, dos (Emilio “N” y Salomón “N”) fueron sentenciados a 50 años de prisión y la mujer (Lidia “N”), quien enfrentaba el juicio en libertad, escapó el día del juicio durante una de las pausas a la audiencia para conocer el veredicto; además hay otros tres expolicías prófugos, entre ellos el excomisario de seguridad de Tecalitlán, Hugo Enrique Martínez Muñiz.
Durante el juicio, la Fiscalía demostró que el 31 de enero de 2018 Raffaele Russo desapareció en Tecalitlán antes de las 15:00 horas, por lo que Antonio Russo y Vincenzo Cimmino fueron a buscarlo esa misma tarde; ambos fueron retenidos por los policías Emilio, Salomón y Fernando, quienes por orden del entonces comisario de seguridad los entregaron a un lugarteniente del Cártel de Jalisco Nueva Generación.
Según las indagatorias, Lidia “N”, hoy prófuga, era la responsable de operar la cabina de comunicaciones de la policía municipal el día de la desaparición de los tres italianos y encubrió a sus compañeros a pesar de conocer lo que había sucedido.
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Aunque Francesco Russo, familiar de los tres desaparecidos, denunció lo ocurrido unos días después ante las autoridades de Jalisco, el caso cobró relevancia el 19 de febrero de 2018, cuando se realizó una protesta por durante el partido de fútbol entre Club Nápoles y el SPAL de Ferrara, de la Serie A del fútbol italiano: centenares de aficionados desplegaron una gigantesca manta que decía “liberen a los napolitanos en México”.
Ese mismo día, la Fiscalía de Jalisco intervino la policía de Tecalitlán y citó a todos los elementos para interrogarlos en un local frente a la plaza principal.
Durante el juicio de los policías involucrados, la Fiscalía de Jalisco señaló que la Fiscalía General de la República cuenta con diversas pruebas, extraídas de conversaciones telefónicas, de la participación de José Guadalupe Rodríguez Castillo, alias “El 15” o “Don Lupe” como responsable de la desaparición de los tres ciudadanos italianos: además indicó que las huellas dactilares de Rodríguez Castillo fueron encontradas en una de las camionetas que tripulaban los extranjeros y que fue localizada abandonada en Michoacán.
A finales de julio de 2018, Rodríguez Castillo fue detenido en Zapopan por elementos de la Agencia de Investigación Criminal de la entonces Procuraduría General de la República, y aunque en esa ocasión se le cuestionó sobre el paradero de los ciudadanos italianos, negó haber participado en los hechos.
En esa ocasión se le vinculó a proceso por portación de armas de fuego y en mayo de 2019 fue liberado por un juez federal.
El 28 de agosto de 2020, en el municipio de Tuxpan, Jalisco, se reportó la muerte de Rodríguez Castillo y aunque existe un certificado de defunción, las autoridades nunca explicaron cómo sucedieron los hechos, sin embargo, información extraoficial indica que falleció tras un enfrentamiento con grupos rivales en la zona serrana del municipio de Pihuamo, Jalisco, donde fue herido y después llevado en una ambulancia custodiada por un comando hasta un hospital en Ciudad Guzmán y ahí murió, pero los hombres que los escoltaban sacaron su cuerpo del hospital y lo llevaron a una finca en el centro del municipio de Tuxpan, para velarlo y realizar el certificado de defunción.