En Puerto Vallarta, la magia no solo se vive en sus puestas de sol o en sus encantadores callejones, sino también en los oscuros recovecos de sus sesiones de cabildo, donde los trucos financieros parecen sacados de la manga de un ilusionista muy audaz.

Así como quien no quiere la cosa, mientras algunos todavía saboreábamos el postre de la cena, cerca de la media noche, nuestros queridos representantes decidieron que era un buen momento para, ¿por qué no?, ¡aprobar una nueva deuda!

Sí, queridos lectores, no es un error de impresión: 181 millones de pesos más que se suman al ya voluminoso endeudamiento de nuestro bello puerto. Y todo esto, bajo la estrella de la medianoche, cuando el sueño pesa más que la razón y las propuestas millonarias flotan con la facilidad de una pluma en el aire.

¿Y para qué queremos más deuda? Pues para financiar obras que suenan tan bien que casi puedes oír los aplausos virtuales: ampliación de avenidas, parques lineales que probablemente aún no saben que serán famosos, ciclovías que esperamos no terminen en el limbo de los pedales rotos, y un sinfín de pavimentaciones que prometen llevarnos al cielo urbano de Vallarta.

Todo bajo la batuta del regidor Víctor Manuel Bernal Vargas, que con voz de tenor nos canta la serenata de las bondades de endeudarse a largo plazo.

Pero, ¿no es fascinante cómo, en la misma sesión donde se declinó una propuesta que no cuesta ni un peso, como la creación de un Premio Vallarta en Derechos Humanos, porque, claro, quién necesita reconocer los derechos humanos cuando puedes tener más cemento, se da luz verde a una montaña de millones de pesos casi al alba? ¡Oh, la ironía!

No sé ustedes, pero a mí me parece que estamos en el primer acto de una obra que promete más giros que una telenovela. Con 12 votos a favor y 4 abstenciones, nuestro cabildo ha demostrado que para el arte de gastar, no hay hora mala. Y mientras tanto, la ciudad, esa espectadora eterna, esperando en las gradas,, preguntándose si algún día verá el final de esta saga de deudas o si, como en las mejores historias de suspense, solo estamos al principio.

Así que, mis queridos vallartenses, mientras nos preparamos para el próximo episodio de esta serie de endeudamientos, no olvidemos que el precio de la entrada lo pagamos todos, y al parecer, ¡en cómodas mensualidades de 15 años!