
Por Lulú Mendoza
Desde tierras mayas nos llegó importada Michelle Fridman, secretaria de Turismo de Jalisco, con todo y un perro que, a juzgar por su omnipresencia, tiene más millas acumuladas que muchos funcionarios. Hoy, ya avecindada en Puerto Vallarta, ha sido acogida por la clase política local como si fuera virreina, embajadora plenipotenciaria del gobernador, y casi—casi—la mismísima marca del destino.
Pero una cosa es clara, mis patasaladas: Michelle no gobierna una política turística, gobierna su promoción personal.
Pauta su nombre en medios. Encabeza actos públicos sola. Aporta sumas millonarias a eventos sociales para aparecer en primera fila. ¿Un ejemplo? Ahí la vimos, sola con su perro, abriendo el Pride Vallarta 2025, desfilando como diva de pasarela sin un solo colectivo LGBTIQ+ a su lado, sin comunidad, sin historia. Porque para ella, el Pride no fue un acto político ni de resistencia, fue otra oportunidad más de posar.
Y claro, el dinero salió. Millonaria fue la aportación del fideicomiso de turismo al Pride. Pero ¿en qué momento se discutió con el sector turístico? ¿Dónde estuvo el compromiso de la funcionaria con las causas LGBTQ? ¿A quién consultaron para que una funcionaria estatal se adueñara del desfile como si fuera una pasarela de marca?
Pero esto no para ahí. Mientras Michelle sigue vendiendo el destino como si fuera una selfie de lujo, el Fideicomiso de Turismo de Puerto Vallarta—que incluye recursos públicos, hoteleros y empresariales—debería preguntarse si está financiando la promoción del destino o la de una funcionaria. Porque lo que se ve en redes, lo que publica la prensa y lo que circula en la narrativa pública, es su nombre, su cara, su perro y sus outfits.
Puerto Vallarta no necesita una influencer con oficina. Necesita una estratega en política turística, que promueva la ciudad, no su perfil.
Y mientras en otros destinos las secretarías hacen campañas colectivas, aquí tenemos a una mujer que usa la plataforma pública como un trampolín para su marca personal, sin transparencia, sin autocrítica y sin equilibrio.
Pregunto yo: ¿Estará de acuerdo el sector turístico en financiar la agenda de una sola persona? Porque si no hay claridad sobre el destino de los recursos, lo que sigue no es marketing… es opacidad.
Así que, mi querida Michelle, si lo que quieres es modelar, ¡date!, pero con tu dinero. Y si lo que quieres es impulsar el turismo, entonces ponte al servicio del destino, no al centro del reflector. Porque una cosa es caminar la pasarela, y otra muy distinta es dirigir el escenario.