Por: Alan Yamil HInojosa


La participación ciudadana organizada, capaz de incidir en la agenda pública, política y social de una ciudad, demuestra que ese territorio comienza a mostrar síntomas de pubertad en su camino hacia la madurez: una ciudad gobernada de forma incluyente, ordenada y corresponsable.


La incidencia es uno de los principales objetivos por los cuales participar en esta dinámica resulta gratificante. Pero no basta con el entusiasmo: implica conocimiento, disciplina, socialización, visibilización, gestión y ejecución. Requiere familiarizarse con marcos administrativos y jurídicos, conocer los derechos humanos universales y estar al tanto de las agendas institucionales, entre muchas otras cosas.


El trabajo de ciudadanos y ciudadanas participativos con estas características suele recaer en unos pocos, debido a la indiferencia social, la burocracia, y el desgaste que conlleva remar constantemente contra corriente.


En Puerto Vallarta, varios colectivos y colectivas han comenzado a destacar por su incidencia real en la construcción de políticas públicas municipales. Aquí se reconocen tres de manera particular, por su responsabilidad, seguimiento y representación.

Animalistas


La comunidad animalista de Puerto Vallarta es una de las más organizadas en cuanto a la defensa de los derechos de quienes no tienen voz. La protección de la fauna doméstica y silvestre es una causa que ha alcanzado visibilización, credibilidad e incidencia. Sin embargo, aún hay mucho por hacer.


Nombres como Gloria Gallegos y su esposo Max Boulton, Lucy Gevins, María Petroni, Silvia Álvarez y Rosario Carrandi se remontan a una época donde la participación se daba sin herramientas digitales ni electrónicas. La denuncia era mediante cartas dirigidas a medios impresos, pidiendo el alto al maltrato animal, en particular a los envenenamientos de gatos que se realizaban en la isla del Río Cuale.


La participación activa de la comunidad extranjera, así como de diversas asociaciones civiles, ha sido clave para que miles de animales hoy sean esterilizados y desparasitados de manera gratuita. Incluso se ofrecen servicios que superan a los institucionales, los cuales, por desgracia, se encuentran rebasados por la demanda y por los problemas sociales asociados.


Tras décadas de trabajo, se logró publicar el primer Reglamento de Protección Animal en Puerto Vallarta el 5 de diciembre de 2015, con una única actualización en 2023. Urge una nueva actualización con criterios reales y acordes a las necesidades actuales de la ciudad.

Feministas


El trabajo de las colectivas locales ha sido decisivo para incidir en la agenda pública y en el diseño de políticas que combaten la discriminación, el acoso y promueven la protección de los derechos de las mujeres.
Aunque en otros lugares esta lucha lleva más de seis décadas, en Puerto Vallarta se aceleró en los últimos años debido al contexto de violencia, feminicidios y desapariciones forzadas. Apoyadas por asociaciones nacionales y por instituciones como la Universidad de Guadalajara, las colectivas lograron visibilidad e impacto.


En 2016, previo a la primera marcha del 8M, las colectivas tomaron simbólicamente un espacio que se convirtió en el Parque de las Mujeres, como punto de encuentro y memoria de las víctimas de feminicidio. Posteriormente, colocaron cruces rosas en cruceros importantes y en las letras de bienvenida de la glorieta de Las Juntas, en respuesta a que el entonces alcalde Luis Michel quitara la cruz del parque. Como respuesta, el propio alcalde mandó construir otra cruz, un poco más grande. Existen además dos murales dedicados a esta causa en distintos puntos de la ciudad.


La incidencia feminista en el cabildo fue contundente. La regidora Guadalupe Guerrero, en su segundo periodo, impulsó la implementación de la Ley 3 de 3 y la modificación al reglamento de trabajo para impedir que deudores alimentarios ocuparan cargos públicos. Recientemente, la regidora Melissa Madero ingresó la solicitud formal para el nombramiento oficial del Parque de las Mujeres, que fue aprobada el 25 de febrero por el ayuntamiento.


Mucho de esto no habría sido posible sin la labor de la vallartense Rocío García Gaytán, quien fue presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres durante el gobierno de Felipe Calderón. También fue diputada local y federal, y presidenta del Instituto Jalisciense de las Mujeres. Gracias a su trayectoria se logró, en la administración de Javier Bravo Carbajal, institucionalizar el Instituto Municipal de la Mujer en Puerto Vallarta, alineándose con las estructuras estatal y federal.


Tampoco se puede dejar de mencionar a María Nicolasa Reynoso y Nadia Sierra Campos, quienes desde distintas trincheras —como activista social y asesora del Senado, respectivamente— han contribuido no sólo a la causa feminista sino a causas universales.


Reglamentos clave en Puerto Vallarta:


Reglamento de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (aprobado el 25 de junio de 2020, publicado el 24 de julio de 2020).

Reglamento del Instituto Municipal de la Mujer (aprobado el 28 de agosto de 2020, publicado el 22 de septiembre de 2020).

Comunidad LGBT+


Una de las causas sociales con más trabajo realizado a nivel mundial y local es la de la diversidad sexual. Aunque en sus inicios los colectivos eran escasos, hoy se cuenta con organizaciones que defienden de forma genuina los derechos de esta comunidad.


Recientemente, la Red de Diversidad Sexual de Puerto Vallarta, integrada por 12 colectivos, ha logrado presentar dos iniciativas al cabildo. La primera propone incluir la categoría de Derechos Humanos en el Premio Vallarta, con el nombre de Paco Ruiz. La segunda fue la instalación del primer Cabildo de la Diversidad, una propuesta que, después de dos años de seguimiento, finalmente se concretó.


Estos logros han generado debate tanto en la sociedad como en el cabildo, lo cual demuestra su impacto. Cabe destacar que el trabajo de incidencia ha sido gestionado desde los colectivos y con apoyo del sector empresarial.


La historia oral local señala que desde los años setenta existieron espacios de encuentro como La Cebolla Roja, en el malecón. En los ochenta, bares como Los Balcones (Libertad y Juárez) y reuniones en casas ofrecían espacios de convivencia seguros para personas “de ambiente”.
“Puerto Vallarta no es homofóbico. Algunas familias ya nos identificaban, pero todo era muy discreto”, narra uno de los testimonios. En los años noventa, el bar Paco Paco, en el Río Cuale, apareció brevemente antes de ser clausurado.


A finales de los noventa, con apoyo de empresarios, se realizó la primera marcha del orgullo LGBT+ en 1998, con cerca de 50 personas. Desde entonces, las actividades culturales y la visibilidad han crecido. La Playa de los Muertos y la Zona Romántica se consolidaron como espacios de convivencia y turismo inclusivo, con presencia de trabajo sexual masculino y negocios dedicados a la comunidad.


Hoy, al menos tres asociaciones de empresarios del llamado mercado rosa se encuentran constituidas, dando forma a una comunidad económicamente activa y organizada, capaz de exigir derechos al mismo tiempo que genera empleos, dinamismo e identidad para una de las zonas más prolíferas del destino turístico.

2025: La incidencia se consolida


Hoy, en 2025, Puerto Vallarta vive un momento histórico: los colectivos están logrando consolidar su incidencia política y social. Desde diferentes frentes —animalista, feminista, LGBT+— se ha demostrado que la organización, el compromiso y el conocimiento generan cambios concretos.
Este año, el Cabildo de la Diversidad representa no sólo una conquista simbólica, sino un espacio institucional legítimo para vincular propuestas ciudadanas con la toma de decisiones. Es un punto de llegada… pero sobre todo, de partida.


En 2026 se busca la institucionalización definitiva de estos espacios y la vinculación efectiva de las propuestas ciudadanas en la agenda municipal, a través de lo que representa el Cabildo de la Diversidad.


El futuro se construye colectivamente, y en Puerto Vallarta, y ya se ha comnezado a trazarlo desde diferentes frentes.

Gracias por leerme.

Alan Yamil