Por Lulú Mendonza

Desde las calles empedradas de nuestro vibrante Puerto Vallarta, se levanta un run rum que no puedes ignorar, y es el de una contienda electoral que ya muestra claros favoritos y rezagados.

Hoy, nos zambullimos en el análisis punzante de por qué Luis Munguía, del Partido Verde Ecologista de México, parece ir rezagado en esta carrera por la presidencia municipal.

Primera Razón: El Misterio de las Encuestas Ausentes

En política, como en el mercado, quien no se muestra, simplemente no existe. Y aquí nos topamos con la primera gran falencia de Munguía: la ausencia total de encuestas que lo posicionen como líder.

¿Dónde están esos números que deberían cantar victorias, aunque fueran pagadas? Ni en medios de comunicación se perciben, ni en redes sociales hacen eco. La ausencia grita más que la presencia, y en este silencio ensordecedor, ¿cómo esperar que la gente confíe en un candidato que ni en cifras fabricadas puede mostrar un liderazgo?

Segunda Razón: Estrategia de Ataque, Signo de Desesperación

Ah, cómo se nota el temor en el aire cuando la campaña se torna agresiva. Los ataques incrementales de Luis Munguía hacia la campaña de Chuyita López revelan más que una estrategia; revelan un pánico subyacente.

Un reciente fichaje del Verde, Carla Esparza, se ha lanzado al ruedo no con propuestas, sino con descalificaciones que resuenan a desesperación. En política, quien ataca de esta manera, revela su propio temor a perder, y Munguía, con cada ataque, solo confirma que su barco está haciendo agua.

Tercera Razón: Una Comunicación Reactiva, No Proactiva

En un mundo ideal, la comunicación de un candidato es su estandarte en el campo de batalla electoral. Pero en el caso de Munguía, nos encontramos con una estrategia que parece estar siempre un paso atrás. Reactiva, no proactiva. Un ejemplo claro fue su tardía respuesta a la foto de Chuyita López con Andrés Manuel López Obrador.

Mientras Chuyita se adelantaba con imágenes poderosas, Munguía tardaba un día entero en responder con un video que parecía más un acto de fe que una proclamación de victoria.

Y así, entre quejas por la supuesta pérdida de propaganda y una comunicación que parece correr detrás de los hechos, su campaña refleja todo menos la certeza y la alegría de quien se sabe ganador.

Estas tres razones son una ventana clara al estado actual de la contienda: un candidato que no se muestra líder en las encuestas, que opta por la agresión en lugar de la propuesta, y que no logra anticipar ni liderar el discurso público, está destinado a enfrentar grandes desafíos para convencer al electorado de Puerto Vallarta.

En política, como en la vida, quien no lidera con el ejemplo difícilmente puede aspirar a liderar una comunidad.