Ah, el inigualable calor del Pacífico mexicano, un escenario idóneo para ver a Marcelo Ebrard, ese exsecretario y aspirante de Morena, intentando desesperadamente aferrarse a cualquier vestigio de popularidad.

Decidió detenerse en Puerto Vallarta, en lo que fue más un acto de autopromoción que una genuina interacción con la juventud. ¡Y qué nombre más original! «Marcelo Fest», ¿qué vendrá después? ¿El «Marcepalooza»?

Es gracioso recordar cómo Ebrard prometió volver a Puerto Vallarta. Pero claro, Marcelo jamás deja pasar una oportunidad de hacerse ver, especialmente cuando las dudas sobre su permanencia en Morena rondan más que nunca. No nos sorprendería que pronto esté prometiendo festivales en cada rincón del país pero desde otro partido.

El «Marcelo Fest» se vendió como una ocasión para escuchar a la juventud, pero realmente, ¿cuánto de eso fue genuino? Con una urna de «inquietudes y esperanzas» y un Ebrard que convenientemente evitó hacer propuestas concretas, uno podría pensar que el festival tenía menos que ver con la juventud y más con su propio ego.

Y, por supuesto, no podemos olvidar los temas «grandiosos» que preocupan a nuestros jóvenes: desde desafíos laborales hasta la inteligencia artificial. Aunque, siendo honestos, la única inteligencia artificiosa presente ese día fue la de Marcelo, tratando de hacerse pasar por alguien realmente conectado con la juventud.

A pesar de su actitud «jovial», lo que realmente se mostró fue su desesperado intento por recordar a todos que todavía es relevante. Habló sobre la importancia de la participación activa y la libertad de decisión del pueblo, pero ¿cómo podemos creerle a alguien que ha pasado por tantos partidos políticos? PRI, Verde, PCD, PRD, MC y Morena.

El «Marcelo Fest» pudo haber terminado, pero el eco de su escaso arrastre popular sigue resonando. Puerto Vallarta fue, sin duda, más que una parada en su gira: fue una muestra de un político tratando de mantenerse a flote en un mar de irrelevancia.

Porque al final del día, mientras Ebrard busca estar en el centro de atención, México sigue buscando líderes auténticos.