Desde mi trinchera como Lulú Mendoza, con el oído en los pasillos políticos de Puerto Vallarta y la vista en el trasfondo de sus calles, hoy les traigo el chisme caliente, ese que no van a escuchar en las ruedas de prensa.

Resulta que José Luis Pelayo Barraza, un rostro familiar para los seguidores de la marea guinda vallartense, ha soltado la bomba: dice adiós al apoyo para la reelección del actual alcalde, Luis Michel, y oh sorpresa, asegura que el gobierno michelista no tiene el ADN de Morena. Asegura que el profe y su camarilla no respetan las máximas morenitas de «no robar», «no mentir» y «no traicionar al pueblo».

En el programa de Tv Mar, «Voto y Veto», Pelayo no se mordió la lengua para describir su corta estancia en la dirección de Reglamentos. Dice que lo corrieron por no querer jugar al juego de la corrupción, que esa no era la promesa vendida en campaña. Y claro, cómo no sentir la punzada de decepción cuando el proyecto que ayudaste a construir te pide que te salgas del guion de honestidad.

Ahora, este no es solo un cuento de lealtades rotas y principios pisoteados. Aquí el meollo del asunto es más jugoso. Todos sabemos que el alcalde es solo la fachada de un teatro manejado por su hijo, Chuy, y aquí entre nos, se rumora que el chamaco está nadando en aguas turbias de sospechas de enriquecimiento y malos manejos.

Y para darle más sabor al caldo, la cosa se pone color de hormiga cuando ni los militantes del propio partido del alcalde le pasan ya la sal. Están acusando a Michel de todo menos de santo, y parece ser que hasta los regidores morenistas, esos que deberían remar junto al capitán, le han volteado la canoa.

Lo más jugoso es que al mismísimo Oficial Mayor, el profe Michel le pidió la renuncia o que pidiera licencia y el hombre ni los oídos le prestó. Es como ver una telenovela, pero sin la posibilidad de cambiar de canal.

Y todo esto se cocina mientras la ciudadanía se pregunta: ¿y el capitán del barco? Bien gracias, pero al timón está Chuy, y las aguas en las que navega parecen estar llenas de tiburones listos para el festín.